El polvo de talco, obtenido del talco, un mineral de silicato de magnesio hidratado, es famoso por su suavidad, lubricidad y inertancia química. Con una dureza de Mohs de 1, la estructura cristalina en capas del talco le otorga propiedades únicas, incluyendo una excelente absorción de humedad, estabilidad térmica y una textura suave y sedosa. Los principales yacimientos se encuentran en los Estados Unidos, China, India y Australia, donde los procesos geológicos transforman rocas ricas en magnesio en óxido de alta calidad.
El proceso de producción comienza con la minería, utilizando métodos a cielo abierto o subterráneos dependiendo de la profundidad del yacimiento. Una vez extraído, el mineral pasa por procesos de trituración, molienda y purificación. Técnicas avanzadas como la flotación a espuma y la separación magnética eliminan impurezas como el asbesto, cuarzo y óxidos de hierro, asegurando la seguridad del producto. La molienda precisa ajusta aún más el tamaño de las partículas en polvo, que varía entre 1 y 100 micrómetros, para adaptarse a diversas aplicaciones.
La versatilidad del polvo de talco lo hace indispensable en diversas industrias. En cosméticos, sirve como ingrediente base en polvos faciales, rubores y polvos para bebé, absorbiendo grasa, mejorando la extensibilidad y proporcionando un acabado mate. En farmacéutica, actúa como lubricante durante la compresión de tabletas, evitando que se peguen y asegurando una dosificación consistente. La industria plástica lo utiliza como relleno refuerzo, mejorando la resistencia mecánica, la estabilidad dimensional y la resistencia al fuego. Además, aumenta la opacidad en pinturas, mejora la durabilidad en cerámicas y potencia la imprimibilidad en productos de papel.