El Festival del Doble Nueve, uno de los festivales tradicionales de China con una historia que abarca miles de años, lleva consigo una rica variedad de significados culturales y cálidas costumbres. Se celebra el noveno día del noveno mes lunar de cada año, una fecha elegida por su asociación con el número «nueve», un símbolo de longevidad y buena fortuna en la cultura tradicional china. En la antigua numerología, los números impares se consideraban yang, y dado que el noveno día del noveno mes lunar presenta la doble aparición del número yang nueve, también se le conoce como el "Festival del Doble Yang". Esta combinación única de números no solo simbolizaba auspiciosidad, sino que además coincidía con los cambios de estación, marcando la transición hacia los días frescos y fríos del otoño. Durante generaciones, este festival ha sido un momento para honrar a los ancianos, reunirse en familia y participar en actividades que conectan a las personas con la naturaleza y su herencia. Hoy en día, incluso cuando los estilos de vida cambian, el espíritu fundamental del Festival del Doble Nueve sigue vivo, recordando a las personas la importancia de los vínculos familiares y el respeto hacia quienes han recorrido el camino de la vida antes que nosotros.  
Para comprender el Festival del Doble Nueve, es esencial revisar sus orígenes. Las primeras referencias de este festival datan de la dinastía Han, cuando se creía que subir a un lugar elevado ese día podía alejar la desgracia y traer seguridad. Esta creencia provenía del concepto chino antiguo de "evitar lo inauspicioso", ya que se pensaba que los lugares altos estaban más cerca del cielo y protegidos de los espíritus malignos. Con el tiempo, esta práctica evolucionó hacia la tradición del "ascenso a las alturas", una actividad en la que familias y amigos escalan juntos montañas o colinas. En algunas regiones, las personas también sujetaban a su ropa o sombreros hojas de zhuyu, una planta que se creía repelía enfermedades y malos espíritus, mientras subían. El acto de ascender no solo simboliza superar obstáculos, sino que también permite disfrutar del aire fresco otoñal y del impresionante paisaje del otoño, con hojas tornándose doradas y rojas, y crisantemos floreciendo en vivos colores. Para muchos, esta ascensión es una forma de despejar la mente, apreciar la belleza de la naturaleza y reflexionar sobre el año transcurrido. Además, en ciertas zonas, los excursionistas pueden detenerse en templos montañosos durante el camino, encendiendo incienso y haciendo deseos de salud y prosperidad para sus familias.  
Otra tradición querida del Festival del Doble Nueve es admirar los crisantemos. Los crisantemos, que florecen a finales del otoño, son considerados un símbolo de resistencia y longevidad. En la cultura tradicional, se cree que tienen propiedades curativas; sus pétalos se utilizaban antaño para preparar té o vino, pensado para promover la salud y prevenir resfriados cuando el clima se vuelve frío. Durante el festival, parques y jardines se llenan de exhibiciones de crisantemos, mostrando diferentes variedades en tonos de blanco, amarillo, morado y rosa. Estas exposiciones suelen presentar arreglos elaborados, con algunos jardines creando paisajes temáticos usando miles de plantas de crisantemo. Las familias suelen visitar estas exhibiciones, tomando fotos, disfrutando del dulce aroma de las flores e incluso recogiendo un pequeño ramo para llevar a casa. Para las personas mayores, en particular, contemplar los crisantemos es una actividad tranquila y alegre que los conecta con los ritmos de la naturaleza y las tradiciones de su juventud. Algunas comunidades también organizan lecturas de poesía temáticas sobre crisantemos o concursos de pintura, donde los participantes pueden expresar su aprecio por la flor a través del arte y la literatura.  
Ninguna celebración del Festival del Doble Nueve está completa sin alimentos tradicionales, y el manjar más emblemático es el "Pastel del Doble Nueve". Este pastel, hecho de harina de arroz, dátiles, nueces y otras frutas secas o frutos secos, es dulce, nutritivo y fácil de compartir. Su forma redonda simboliza unidad y plenitud, lo que lo convierte en un alimento perfecto para reuniones familiares. En algunas regiones, el pastel se cocina al vapor, mientras que en otras se hornea, pero independientemente del método, siempre se prepara con esmero. El proceso de preparación puede convertirse en una actividad familiar, con los niños ayudando a mezclar los ingredientes y decorar el pastel con frutas y frutos secos coloridos. Las familias se reúnen alrededor de la mesa para comer el pastel juntos, charlando y riendo mientras saborean cada bocado. Para muchos niños, el Pastel del Doble Nueve es la parte favorita del festival, ya que no solo es delicioso, sino que también está ligado a la emoción de las actividades del día. En algunas zonas, existe la costumbre de apilar varias capas del pastel, siendo cada capa un símbolo de un paso hacia una vida más alta y mejor.  
Respetar a los ancianos es el centro del Festival del Doble Nueve, y esta tradición adopta muchas formas. En el pasado, las familias visitaban a sus parientes mayores, llevándoles regalos de vino de crisantemo, pastel del Doble Nueve y ropa abrigada para prepararse para el invierno. Pasaban el día conversando, ayudando con las tareas del hogar y escuchando historias del pasado. Hoy en día, esta tradición continúa, pero también se ha adaptado a la vida moderna. Algunas familias llevan a sus seres queridos mayores de viaje por un corto tiempo, quizás a una montaña cercana para una caminata suave o a un parque para admirar los crisantemos. Otras organizan pequeñas cenas familiares en casa o en un restaurante favorito, asegurándose de que los ancianos se sientan queridos y valorados. En muchas comunidades, las organizaciones locales también realizan eventos para personas mayores, como fiestas de té, actuaciones de música folclórica o exposiciones de caligrafía, dándoles la oportunidad de socializar y celebrar el festival con sus compañeros. Además, las escuelas suelen organizar actividades para enseñar a los niños la importancia de respetar a los ancianos, como escribir tarjetas o representar obras teatrales para mostrar su aprecio hacia sus abuelos y otros ciudadanos mayores.  
El Festival del Doble Nueve también ocupa un lugar especial en la literatura y el arte chinos. Durante siglos, poetas y escritores han compuesto versos sobre el festival, capturando su belleza y emoción. Uno de los poemas más famosos es de Wang Wei, un poeta de la dinastía Tang, quien escribió sobre el anhelo por su hogar y su familia mientras ascendía una montaña en el Festival del Doble Nueve. Sus palabras aún resuenan hoy, ya que muchas personas que viven lejos de casa utilizan esta festividad como un momento para llamar o hacer videollamadas a sus familias, compartiendo sus pensamientos y sentimientos. Los artistas también se han sentido inspirados por el festival: las pinturas suelen representar escenas de personas escalando montañas, admirando crisantemos o reuniéndose alrededor de una mesa con el pastel del Doble Nueve, preservando estos momentos para las generaciones futuras. Además de las pinturas tradicionales, artistas contemporáneos también han creado arte digital, esculturas e incluso instalaciones que rinden homenaje al festival, combinando tradiciones antiguas con formas artísticas modernas.  
En los últimos años, el Festival del Doble Nueve también se ha convertido en una ocasión para concienciar sobre las necesidades de las personas mayores. A medida que la sociedad envejece, crece el enfoque en garantizar que los adultos mayores tengan acceso a servicios de salud de calidad, viviendas seguras y oportunidades para mantenerse activos y participativos. Muchas comunidades utilizan el festival como plataforma para organizar actividades de voluntariado, como chequeos médicos gratuitos para personas mayores o programas en los que jóvenes ayudan a los adultos mayores a aprender a usar teléfonos inteligentes o computadoras. Estos esfuerzos no solo honran el espíritu del festival, sino que también fortalecen comunidades más unidas y solidarias. Algunas ciudades han creado incluso "Centros de Servicios de Atención a Personas Mayores" que funcionan durante todo el año, aprovechando el festival para dar a conocer sus servicios e incentivar a más personas a participar en iniciativas de cuidado a los ancianos.  
Lo que hace que el Festival del Doble Nueve sea tan perdurable es su capacidad de unir a las personas. En un mundo donde la vida a menudo avanza rápidamente y la gente está ocupada con el trabajo y otros compromisos, el festival ofrece la oportunidad de desacelerar, reconectar con la familia y apreciar las simples alegrías de la vida. Ya sea escalando una montaña con seres queridos, compartiendo un trozo de Pastel del Doble Nueve o simplemente sentándose con un familiar mayor y escuchando sus historias, el festival nos recuerda lo que verdaderamente importa: el amor, el respeto y los vínculos que nos unen unos a otros. Más allá de las conexiones familiares, el festival también fomenta un sentido de comunidad, ya que vecinos y amigos se reúnen para participar en actividades y celebraciones compartidas.  
Mientras celebramos cada año el Festival del Doble Nueve, no solo honramos la tradición, sino que también creamos nuevos recuerdos. Para los niños, el festival es una oportunidad para aprender sobre su cultura y pasar tiempo de calidad con sus abuelos. Para los adultos, es un recordatorio de valorar el tiempo que tienen con su familia, especialmente con los mayores. Y para los ancianos, es un día para sentirse amados, respetados y parte de una comunidad. De esta manera, el Festival del Doble Nueve sigue floreciendo, transmitiendo sus valores y tradiciones de generación en generación, asegurando que su espíritu permanezca vivo durante muchos años más. Con cada año que pasa, el festival evoluciona, incorporando nuevos elementos mientras mantiene su profunda significación cultural, al igual que la resistente crisantemo que florece de nuevo cada otoño.